El vitoreo de la plaza se dirige,
al primer rayo oblicuo de sol
que toca un rostro.
La burda flora desviste una urbe
considerada como decente.
Cascabeleos de pisadas,
untan masajes inconscientes
al adoquín fragmentado.
Sonidos articulados con señas,
los vendedores : el pase usted,
los silbidos, decenas de educados olores
que no se alejan del centro de la ciudad.
El barrendero flota en sus menesteres,
sabe, que la prisa, le molestará al atardecer,
su barrica confiesa, los años que lleva en el negocio
y aun así sigue sorprendiéndose día a día,
de las personas que ante tanto cartel de prohibición,
siguen haciendo convivir el suelo con la basura.
La multitud: simiente borrosa,
concepto anatómico amorfo,
carencia de compañía
en masas que abogan a la privacidad,
conglomeración abstracta,
colectivo sin brújula,
hija de los puntos cardinales,
de direcciones impredecibles,
son hormigas a escala,
rastreadas por el tiempo; capataz invisible
que latiguea al demorado.
Cuesta trabajo llegar al trabajo
el rompecabezas empírico se zambulle
al pasar un semáforo furtivamente,
el satisfactorio suspiro de descanso
al salvarse por un pelo del choque,
de un automóvil,
sin olvidar a los depredadores naturales
que se adjudican la cartera
cuando nos abstraemos..
cuando nos abstraemos..
El anciano pide una mirada rica en compasión,
se gloria ante una sonrisa
o se place al saberse existente,
tomarlo en cuenta su mejor limosna.
No faltan los seres que condimentan
el paisaje con su peculiaridad,
personajes que han superado su propio nombre
y se han convertido en banderas.
El espejo de la ciudad,
se asoma en el norte y se refleja en el sur,
se esconde en el este y sale en el oeste,
tal parece que los guiones
son los mismos en cualquier parte.
Ya se ha respirado el mismo aire reciclado,
las 9 de la mañana llegan escondiditas
tomando de rehén las 8:59,
las secuencias se repiten aquí y allá,
todo está en sincronía,
en la mente llevan la tendencia a anticiparse,
la mayoria se conforma con lo tangible
llevan impregnado el trabajo inclusive en sus sueños
la vida física de la espiritual se cuece aparte
el cuerpo: caballo atado
los sueños: mesón de lo imposible
mis sueños: mausoleos mentales,
son amigos de los sueños de cualquiera,
de esos que del lodo salen inmaculados
¡y ay de aquel!
ay de aquel, que se atreva a separarlos.