Vuelves,
los regalos de mis besos no se han destapado,
he
conservado el moño violeta de aquella tarde boreal,
que el
viento te arrancó y que mi amor hizo volver,
para que tú los abras y así también destapes
mis sentimientos.
La línea
amarilla de la carretera escribe tu nombre en manuscrita,
muchas
veces me salí del camino, te buscaba en las curvas prolongadas
porque
ahí, incontables veces te encontraron mis manos, mis sentidos,
aquel
tropel convicto de ansias de asirte como si fuera a partir.
Sabia
que volverías amada, la ceniza nunca se desprendió del madero
la
llama se perdió en las nubes mas aún arde en las estrellas,
combustión reacia que no le teme ni al sol, ni al agua,
prometimos
que solo la eternidad podría apagarla.
La
piedra que partía el charco no podía dividir tu imagen,
llevaba tu reflejo a cualquier parte donde se
recibieran dos,
el
asiento vacío me enseño que la espera es un pasatiempo
y que
tu amor no podría entregarse completo.
Vuelves
después de cuatro noviembres prófugos
a
estirar mis labios, invitándome sonreír,
a
provocar cosquilleos en mi garganta, ronca,
de
tanto reclamarle al vacío,
a ti no
te duele el dolor, tienes el antídoto en tu displicencia.
Regresas después de varios años enterrados
en el
sepulcro de mis convalecencias,
a
arrancarme un suspiro del núcleo de mi corazón;
puño de
pasiones, avanzas frenética, poderosa,
adalid
de constelaciones,
sustituyendo
despiadada lo que la vida me ha dado
por el
tatuaje aromático tuyo, tan tuyo
que
nunca pude desterrar de mi nariz.
Mírame,
estoy de pie,
soportando
tu mirada que me incita a arrodillarme,
espada
recién afilada, hipnosis placentera,
tiemblo
de terror, sudo gotas frías violetas,
me tuerzo
y me destuerzo,
sigilosa,
¡Para esta masacre!,
A volteretas
me niego a verte,
mis oídos te ven cercana, ¡Me ahogo!
Me
ahoga tu presencia electrizante
¡No
quiero beber tus cascadas!
¡Vete por favor! antes de que me parta,
¡Evitame este sufrir!
¡Que mi
boca ordene cordura!
me
comprimo, me comprimo en pastillas
que
curan la abstinencia de caer en tu juego.
Fugitiva,
dime en que capullo has habitado
que tu
belleza ha resaltado en mi marco sensitivo,
no, no
me digas, deja tus dos lienzos frutales cerrados
y así al besarte conserve la pulpa concentrada de tus manjares,
¡te
quiero tanto!, mujer, no te muevas, solo déjame mirarte.
Confiesa,
amada mía, confiesa
¿donde
has puesto el grillete invisible?
que
tanto me pesa al divisar tu silueta,
mi luna
de besos, mañana fresca,
la otra
mitad de naranja
que
para que te quedes te regalo,
sin
tocar la puerta has entrado
¡ay
mujer! Te pareces al presente
este
segundo me basta para subsanarme,
ya, ya,
ya, una vez más he caído en ti.
Tu
sonrisa victoriosa lo confirma
mi alma
y mi cuerpo lo aceptan,
llévame contigo, llévame,
quiero
recorrer el oasis de tu vientre
como si
me faltara un segundo para morir deshidratado,
transitar
tus brechas, tu cielo que nunca se desdibuja,
tus
codos de marfil por los que el escultor desvela,
extraviarme
en tus caminos a propósito, sin miedo,
porque
todos ellos me llevan a la misma parte;
la
gloria de tenerte cerca.
Regálame
el ungüento que hace brillar tu piel
para
que seamos dos luceros, los ojos de la vida,
el
continente encubierto que no se descubre a la vista
que se
descubre cuando dos corazones se vuelven almas
y a
sentires se desbordan,
déjame volver a construir tu cuerpo como yo lo
hice
estas
manos han sido bañadas por el agua del deseo
que de
tantas ansias si no tocan tu rostro pronto
se
volverán volcanes quemándose así mismas,
deja
que tu nieve modere mis soles
y que a la temperatura se le llame beso.
Todo
se detiene en ti,
escudo
que me protege de letargos,
de todos excepto los tuyos
que entran como flechas ardientes
a los linderos de mi autonomía,
mírate,
has atado la noche
a los hilos finos de tu cabello
llenos de polvo,
¿De polvo dije?
Mareos inesperados brotan,
vértigos de normalidad me vuelven,
¡dios mío! ¡eres una foto!
lágrimas de admiración me asaltan,
siento como si te hubieras ido de nuevo
solo que esta vez nunca estuviste,
eres solo una foto,
una foto yacente en un sótano inoperante,
una foto que me ha escuchado
y que espero llegue a su oído.