viernes, 14 de septiembre de 2012

Al futuro






Me dejas lo que no espero,
te llevas lo mejor de mí
y casi siempre traes
mis versiones más frágiles.

Vienes con lo impensable,
soy el niño esperando reyes magos,
con juguete que no pedí
que se adapta a lo que tiene.

Ser primero es tu prioridad,
llevas con tus pies de manecillas,
un paso más que yo.

Tu andar marca consecuencia,
misma que yo afronto
porque tu huyes,
corres, trotas y corres
y yo no te alcanzo.

Una barda repleta de ecuaciones
nos separa,
la física me dice que eres imposible,
que es como aventar una manzana al cielo
y esperar a que caiga para arriba.

Sabías que aprendería,
conocías mis quejas aun no planeadas,
tienes conciencia prevista de lo cada quien
puede crear,
sabio a medias eres,
porque no conoces
tu futuro.

Yo en cambio,
no te conozco pero si te conozco,
desde pañales te he estudiado,
sé que es lo único que te da miedo,
no, no son historias terroríficas,
ni la arma de alguien disparando en tu nombre,
tampoco el guiño pasional de la acabanza.

Antes de decírtelo,
quiero que sigas como siempre
y a mí que no me tomes por chismoso
sigue tomando el pretexto del ser humano
para vivir, para sentir
y a veces reír de nuestras acciones
incomprendidas,
gózate cruzando la calle a media noche,
para ti las doce y una
o cortando los limones ya maduros,
que caen en los brazos del suelo,
sin que los espere.

Eres viejo, pero te renuevas,
conviviste con el pirata en sus navíos,
te afligiste con la extinción del dinosaurio,
miraste caer cientos de realezas
al estruendoso crujir de libertad.

Tampoco es para que dejes de trabajar
o que te enojes por revelar tus carencias
sencillamente es un pedazo de tu biografía
que tienes que aceptar.

Amigo tuyo, es el que te reta sin titubear,
es algo que te admira y asusta a la vez,
por eso temes a la determinación del hombre,
no porque te afecte,
sino porque es el poder combativo más grande
que nosotros los mortales tenemos.





jueves, 13 de septiembre de 2012

Por si sales de mí



                                                    





Por si salgo de ti, raro menester,
en el patio de tu casa cultivo
un listón de felicidad olivo
para que siempre me lleves en tu ser.

Por si sales de mí, princesa linda,
vierte artista, suaves pinceladas
a mi frente, mis manos congeladas,
“que tus dedos sean mi abrigo” pinta.

Dices, sin mí, el tiempo es tortuoso
que mi partida causa una herida
igual siento amor, es desastroso.

Déjame más que recuerdos querida
solo un deseo pido presuntuoso
quedarme en tu corazón una vida.









lunes, 10 de septiembre de 2012

El que llora






El que llora, escribe con lágrimas, un libro
de carne y hueso llamado: Cuerpo.
Es el anfitrión de sus propias nostalgias
y el halago, que entre los homónimos se extravió,
el sabio que cambia las carcajadas por gemidos,
para fortalecer pulmones y respirar más vida.

El que llora se aparta de la hipocresía,
expulsa valiente las huestes malditas de adentro,
esa tiranía bélica que con decreto en mano conduce,
proclamando luchas sangrienta, que parten en simetrías
pero nunca se parcha para recordar osadías,
de enfrentar a seres invisibles que solo con fe se derrotan.

El que llora se purifica no para ser más blanco
sino más bien para ser más humano
limpia las almohadas con su sensibilidad
destilando sales que a la postre serán perlas,
los ojos se hinchan, para que más admiren
lo que con tanto esfuerzo ha construido.

El que llora pisotea con aguja su orgullo,
sabe que en este momento  muchos hilvanan
con lágrimas una plataforma para estar seguros,
los balbuceos, las voces cortadas y los gritos
se vuelven orquestas generales, piezas musicales maestras
que rompen los platos del silencio y lo destrozan
que vaya medroso a buscar al débil que se aguanta.

El que llora se agazapa, se encoge,
para espantar con grandeza a sus represores,
se levanta colosal, superhéroe no reconocido,
que no necesita pantallas para revelar su victoria,
basta con que el alma repita a truenos
“Solemne me has defendido y has triunfado.”

El que llora es amigo del soliloquio,
deja que se derrame la olla de presión,
es solidario; es el psicólogo del corazón,
llorar es el búnker orgánico,
es la deidad suprema que consuela,
es el ciclo del águila que se despluma,
llorar, es el principio de sonreír.








martes, 4 de septiembre de 2012

Vuelves





Vuelves, los regalos de mis besos no se han destapado,
he conservado el moño violeta de aquella tarde boreal,
que el viento te arrancó y que mi amor hizo volver,
para que tú los abras y así también destapes mis sentimientos.        

La línea amarilla de la carretera escribe tu nombre en manuscrita,
muchas veces me salí del camino, te buscaba en las curvas prolongadas
porque ahí, incontables veces te encontraron mis manos, mis sentidos,
aquel tropel convicto de ansias de asirte como si fuera a partir.

Sabia que volverías amada, la ceniza nunca se desprendió del madero
la llama se perdió en las nubes mas aún arde en las estrellas,
combustión reacia que no le teme ni al sol, ni al agua,
prometimos que solo la eternidad podría apagarla.

La piedra que partía el charco no podía dividir tu imagen,
 llevaba tu reflejo a cualquier parte donde se recibieran dos,
el asiento vacío me enseño que la espera es un pasatiempo
y que tu amor no podría entregarse completo.
                                                                                                                                                           
Vuelves después de cuatro noviembres prófugos
a estirar mis labios, invitándome sonreír,
a provocar cosquilleos en mi garganta, ronca,
de tanto reclamarle al vacío,
a ti no te duele el dolor, tienes el antídoto en tu displicencia.

Regresas después de varios años enterrados
en el sepulcro de mis convalecencias,
a arrancarme un suspiro del núcleo de mi corazón;
puño de pasiones, avanzas frenética, poderosa,
adalid de constelaciones,
sustituyendo despiadada lo que la vida me ha dado
por el tatuaje aromático tuyo, tan tuyo
que nunca pude desterrar de mi nariz.

Mírame, estoy de pie,
soportando tu mirada que me incita a arrodillarme,
espada recién afilada, hipnosis placentera,
tiemblo de terror, sudo gotas frías violetas,
me tuerzo y me destuerzo,
sigilosa, ¡Para esta masacre!,
A volteretas me niego a verte,
mis oídos te ven cercana, ¡Me ahogo!
Me ahoga tu presencia electrizante
¡No quiero beber tus cascadas!
¡Vete por favor! antes de que me parta,
¡Evitame este sufrir!
¡Que mi boca ordene cordura!
me comprimo, me comprimo en pastillas
que curan la abstinencia de caer en tu juego.

Fugitiva, dime en que capullo has habitado
que tu belleza ha resaltado en mi marco sensitivo,
no, no me digas, deja tus dos lienzos frutales cerrados
y así al besarte conserve la pulpa concentrada de tus manjares,
¡te quiero tanto!, mujer, no te muevas, solo déjame mirarte.

Confiesa, amada mía, confiesa
¿donde has puesto el grillete invisible?
que tanto me pesa al divisar tu silueta,
mi luna de besos, mañana fresca,
la otra mitad de naranja
que para que te quedes te regalo,
sin tocar la puerta has entrado
¡ay mujer! Te pareces al presente
este segundo me basta para subsanarme,
ya, ya, ya, una vez más he caído en ti.
                                                            
Tu sonrisa victoriosa lo confirma
mi alma y mi cuerpo lo aceptan,
llévame contigo, llévame,
quiero recorrer el oasis de tu vientre
como si me faltara un segundo para morir deshidratado,
transitar tus brechas, tu cielo que nunca se desdibuja,
tus codos de marfil por los que el escultor desvela,
extraviarme en tus caminos a propósito, sin miedo,
porque todos ellos me llevan a la misma parte;
la gloria de tenerte cerca.

Regálame el ungüento que hace brillar tu piel
para que seamos dos luceros, los ojos de la vida,
el continente encubierto que no se descubre a la vista
que se descubre cuando dos corazones se vuelven almas
y a sentires se desbordan,
déjame volver a  construir tu cuerpo como yo lo hice
estas manos han sido bañadas por el agua del deseo
que de tantas ansias si no tocan tu rostro pronto
se volverán volcanes quemándose así mismas,
deja que tu nieve modere mis soles
y que a la temperatura se le llame beso.
                                                                                                 
 Todo se detiene en ti,
 escudo que me protege de letargos,
de todos excepto los tuyos
que entran como flechas ardientes
a los linderos de mi autonomía,
 mírate, has atado la noche
                                        a los hilos finos de tu cabello                                        
llenos de polvo,
¿De polvo dije?
           Mareos inesperados brotan,       
    vértigos de normalidad me vuelven,    
         ¡dios mío! ¡eres una foto!      
lágrimas de admiración me asaltan,
siento como si te hubieras ido de nuevo
solo que esta vez nunca estuviste,
eres solo una foto,
una foto yacente en un sótano inoperante,
una foto que me ha escuchado
y que espero llegue a su oído.