Hoy te ví y me viste
me miraste con tu atención sensorial
yo, de reojo,
apenas fingiendo que no te habia visto.
Sé, que la intriga de saberme te mataba
sé, a toda ciencia que anhelaba verte de frente
y escondí a los bufones de mi curiosidad
cobardes como el, obedecieron a su dueño.
¿Que platica iniciaría?
si la fuga de besos de incienso que te daba
contenía todo lo que un libro de poesía habría darte,
lamento no haber derramado lagrimas cuando partiste
lloré para mis adentros
y no sabes cuanto daño me ha hecho
tengo un mar cobrizo en mí,
que envenena cualquier pregonar.
¿Qué sonrisa mostraría?
si la mueca artificial
apareció justo después de la ruptura,
secuestraste mis ganas de vivir,
la brisa matinal de liturgias
y todas las mañanas te empapas de ellas
para mantener la actitud jovial
a veces distraída, a veces necesaria.
Dimos tiempo al tiempo,
mi orgullo me dijo que te dejara sufrir
y yo sufrí por tu orgullo
¡Que inesperada es la vida!
siempre procuré no amarte en afluencia
te fuiste,
no puedo salir de esta dependencia
yo nunca dependí de ti,
pero si de tus caricias, de tus errores,
del peregrinaje incierto en convergencia
aún extraño esa risa, que todavía no encuentro
en el mercado de ocurrencias y novedades.
No, ya no tiene caso entablar conversación
me voy con el dolor que creamos aquella tarde,
después de todo
ya sonreí, ya hablé, ya sufrí, ya fuiste parte de mí
en una época nos vestimos del diván del te adoro
a algunas personas en el transcurso de la vida
les dejaremos nuestra persona en recuerdos
y por mas que quieras borrar
el te amo que plasmé
con las tintas del desasociego en tu corazón
no podrás,
ni yo podré quitarme
el desvario anterior que escribí
y que osa llamarse poema.