Moras mentales en la silvestre tarde exprimo,
tantos corceles disfrazados de destino
se luchan rampantes, salvajes planchan el aire
con sus herraduras errantes de avidez por cabalgar.
Y yo sin piernas.
Sin tendones de expreso arranque.
Sin la bronceada espuela
que incentiva a la bota
a pisar el polvo.
!No sé que silla montar!
No sé cual silla pueda llevarme al archipiélago boreal
donde los sueños pueriles son paridos para existir
y no para ser abortos de una realidad convencional.
!No sé que silla montar!
Divido el átomo de posibles sucesos
al mordaz hachazo de la incertidumbre.
Sabiendo que el que piensa demasiado
recibe el ridículo traje de príncipe despistado.
Es lamentable...
Ver a alguien sufriendo por heridas que aún no llegan
y en este devaneo, yo ya sufrí hasta mis ultimas horas.
Alguna vez lo dije en soliloquio:
"La elección es tan perezosa que espera a que la elijas".
"Si quieres tener un destino esplendido,
antes de partir visualiza lo peor que pueda pasarte,
así siempre te ocurrirán cosas buenas".
No sé si pensar así es lo correcto;
no obstante, sé que el error
es quedarme en la silla de mi casa.
Sería un acomplejado híbrido
de cuatro patas y dos piernas,
acorralado de varices podridas
por el abandono de lo que quise.
¿Y por que diablos tengo que cabalgar?
si quiero hacer algo y si es mi voluntad
entonces debe llevarme una parte de mí,
elijo los pies
porque son los acostumbrados a sufrir
y jamás huirán de mí por su cuenta.
Así pues de lo correcto y del error
naceré yo.