sábado, 26 de julio de 2014

Caminando voy me voy






Caminando voy me voy.
Mi ventana gris esta abierta
para que el sabor a libertad entre
con su despampanante bólido.

El físico segundos atrás se queda.
El aura se separa de lo grisáceo
mis zapatos escriben un mensaje
visible desde la capa de ozono
a puro signo positivo.

Caminando voy me voy.
Me despido de todo lo que cruzo
sin repartir saludos;
risueño para que las aves silben,
saludando la cortesía de avanzar.

Los domicilios se levantan;
presentan sus numeraciones.
Se me pegan:
Las flamitas pasajeras,
las estrategias,
la inspiración;
he salido a buscar algo que no busco
pero necesito.

Caminando voy me voy.
Me diluyo en el ambiente,
soy un sonido más de la atmósfera,
un engrane dando un plus,
la diminuta dehesa
quiere verme sumergido
en sus quimeras verdes.

Las avenidas auguran sorprender
y cumplen,
el árbol me habla,
el perro ofrece ser mi guía,
hasta la contaminación
jura no hacerme males.

Soy hermano de todo ser viviente,
mis pasos queman cotidianidad,
reciben maná de esperanza.

Caminando voy me voy
de las cosas viejas
y a las nuevas les digo:
“no por siempre”
guardando lo que quiera quedarse,
despidiendo lo que se aferre a quedarse,
al fin y al cabo yo decido;
pues, ¿si algo eterno muere
por qué habría de ser eterno?
y ¿si algo que valió la pena muere
por qué no habría de ser eterno?

Caminando voy regreso
a mi casa con la mente despejada.
Salí con ideas,
arribo al tapete de dulce hogar
 a la octava potencia.

La banqueta dejó de ser mi amiga despreciada,
dejé a ras de suelo
todo perjuicio que permisivo junté.

La caminata distendió las cuerdas amarradas
que me hacían tropezar.