Ven, tú;
la de cumbres sonoras,
la de cinceles de pétalos,
la que tiene usufructo
en mis poros.
en mis poros.
En tu exhalar escucho
que dices mi nombre
con las claves
de un vaso
que se deshace
al sentir deseo.
Ven, dame dos sorbos
de pox fermentados
en las papilas.
Véndame los pies
con el hilo de tus pasos.
Embauca la víspera
a un recuerdo
que todavía no hago.
Siembra dos momentos
aleatorios.
en mis omóplatos.
Empiezas a temblar,
conviértete en terremoto,
balbucea las sílabas
del agua de sandía,
sé un estertor líquido
que se humea
al sentir mis vértebras.
Conviértete en enjambre
y haz un panal en mi vientre.
Yo cubriré con mi cuerpo
las palabras entrecortadas
que se asomarán en tu piel,
tus muslos se vuelven triángulos
y yo soy un cilindro
que contiene todos mis años
a punto de salir.
las palabras entrecortadas
que se asomarán en tu piel,
tus muslos se vuelven triángulos
y yo soy un cilindro
que contiene todos mis años
a punto de salir.
Vete lejos
y quédate,
vuélvete a ir conmigo
y no regreses
hasta que los tordos
sean sorprendidos
por el aliento de una tarde
que no pasará por la noche.
que no pasará por la noche.
Me traes el alba
con el agitar de tus piernas,
extraes las esquirlas
del tiempo en el que no estuviste,
tapizas cada rincón mío,
cada esquina,
hasta dejarme una plenitud redonda
cada esquina,
hasta dejarme una plenitud redonda
Somos un jabón
que se resbala en las cartas
que alguna vez hicimos
para llegar a este momento.