La cucaracha no quería
ensuciar
la cocina impecable de olor
frambuesa;
platillos suculentos evitó ansiar,
hallabasé contra su
naturaleza.
Deseaba ganar confianza de
alteza.
¡Ser auxiliar de cocinera
ejemplar!
para ayudar salió veloz a la
mesa,
los postres con sus antenas
decorar.
Pavor causó su animalidad
expuesta,
le aventaron y en seguida le
pisaron.
¡Otra vez la apariencia ganó la apuesta!
Romu, bienvenido de nuevo a la blogosfera, amigo...
ResponderEliminarEsa fábula que nos cuentas es muy sugerente...Las apariencias suelen ganar la apuesta, si antes no se profundiza en la intención y el alma del protagonista...El hombre suele juzgar de antemano y antes es necesario saber y conocer a fondo de qué va el tema o la persona en concreto.
Mi felicitación por tus buenas letras y mi abrazo siempre, amigo.
M.Jesús